Bill Gates, un nombre sinónimo de éxito tecnológico y empresarial, es frecuentemente citado como un icono de la innovación. Sin embargo, su camino hacia el éxito estuvo también pavimentado por episodios de suerte inesperada. Durante sus años de estudiante, Gates tuvo el privilegio de acceder a uno de los pocos ordenadores disponibles en las escuelas de esa época. Esta circunstancia, combinada con la trágica pérdida de su amigo Keith Evans y el posterior encuentro con Paul Allen, moldearon de manera decisiva su futuro. Estos eventos fortuitos, que jugaron un papel crucial en el lanzamiento de Microsoft, nos hacen preguntarnos: ¿Hasta qué punto la suerte determina nuestro éxito? 

La suerte, tal como la percibimos, es una fuerza caprichosa y esquiva que parece jugar un papel en todos los aspectos de nuestras vidas. Psicológicamente, se la puede describir como la ocurrencia de eventos beneficiosos más allá de nuestro control directo, algo que simplemente “sucede”. Culturalmente, la interpretación de la suerte varía enormemente, desde ser vista como una bendición divina hasta ser entendida como el resultado de acciones y decisiones personales. 

Para líderes y emprendedores, la capacidad de “poner la suerte a su favor” es una habilidad invaluable. El desafío no es solo reconocer cuándo la suerte ha jugado un papel en sus éxitos, sino más crucialmente, cómo pueden influir en su propia suerte a través de sus decisiones y comportamientos. Este artículo explorará estrategias prácticas para maximizar la suerte positiva y minimizar la negativa en el ámbito empresarial.